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De acuerdo con los resultados arrojados por los estudios referentes a la antigua Edad del Bronce griega, muchos investigadores suponen la llegada a suelo heleno, en torno al 2200 a.C., de un poblamiento protogriego procedente de Asia Menor. Estas gentes serían belicosas, poseedoras del caballo, un caballo de raza más pequeña que la que se utiliza actualmente, y con un tipo característico de cerámica, la cerámica minia. Antes de esta invasión, los habitantes de Grecia hablaban una serie de lenguas no indoeuropeas. Al instalarse en Grecia, los protogriegos habrían tomado numerosos términos de la lengua de esta población local, y este “sustrato egeo” marcó la fisonomía del futuro idioma griego frente a las demás lenguas indoeuropeas.
Dicen que la puerta es obra de los Cíclopes que construyeron la muralla de Tirinto para Preto (Pausanias)
Así pues, el idioma griego, al que en su primitiva versión conocemos con el nombre de Lineal B, nació en Grecia en torno al 1450 a.C. y no dejó ningún rastro fuera de Grecia. Fue el idioma utilizado, al menos en su forma escrita, por una nueva cultura, la cultura micénica, que evolucionaría, tras un periodo de unos 1000 años, hasta la civilización que fue capaz de levantar el Partenón y que sería el germen de nuestra actual civilización occidental. El centro de toda esta nueva cultura fue Micenas, cuyas ruinas tenemos el privilegio de poder contemplar hoy en día, 3200 años después de que fuera destruida, gracias a las excavaciones que llevó a cabo Heinrich Schliemann en 1876.
Micenas se encuentra situada en plena región de la Argólida, al norte del Peloponeso. La tradición mitológica de la Argólida es amplia con la existencia de tres dinastías sucesivas y veinte soberanos, que conviene diferenciar de la propia mitología de Micenas asociada al asentamiento, aunque, evidentemente, ésta esté relacionada de alguna manera con aquélla. La historia de Micenas es relativamente corta y la distancia entre su época de esplendor y la de su destrucción no supera los trescientos años. Para llegar al sitio arqueológico de Micenas hay que tomar, en un momento dado, un desvío a la izquierda en la carretera que va de Corinto a Argos. Tras atravesar el pueblo del mismo nombre, llegamos a un gran aparcamiento.
La visita completa del yacimiento podemos organizarla de la siguiente manera: Desde el aparcamiento nos dirigiremos primeramente a la fortaleza de Micenas. En nuestro camino, encontraremos, a mano derecha, los cimientos de la llamada “Fuente de Perseo” del siglo III a.C. y de unas casas situadas en la zona exterior de la ciudadela y que fueron destruidas por un incendio a mediados del siglo XIII a.C. y luego abandonadas. En ellas es donde se encontró la práctica totalidad de las tablillas con inscripciones en escritura Lineal B halladas en Micenas. Una vez que hayamos recorrido todo el interior de la fortaleza, entraremos en el Museo Arqueológico de Micenas que se encuentra al pie de la misma. Saliendo del museo, visitaremos las tres tumbas de tholos (falsa cúpula) que se encuentran en el exterior de la fortaleza y el llamado Círculo B de tumbas. Finalmente, y volviendo por la misma carretera que hemos utilizado para llegar, encontraremos, a mano derecha, la que es sin duda la tumba más famosa de Grecia: El Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón.