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Sobre estas áridas rocas, convertidas en palacios para miles de ascetas, es donde los monjes ortodoxos han aprendido a ser sabios en sus ideas y férreos en sus convicciones
Meteora es un centro monástico cuyos comienzos datan del s. XI. Actualmente Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es un lugar pensado para la oración, la búsqueda de la humildad, disciplinar el deseo y al mismo tiempo vigorizar la fe desde entonces hasta nuestros días. Hoy además es un lugar turístico para miles de viajeros que quieren conocer y disfrutar de la magia, encanto y embrujo que tiene este lugar tan místico y misterioso. Situado al final de la inmensa llanura de Tesalia, tierra de cultivos donde la planicie existente hace que la vista se pierda, de repente se rompe en un bosque de de rocas inmensas que surgen de la misma tierra como gigantes oscuros. Un lugar majestuoso y extraño donde además sus bosques y senderos nos llevan de un lugar a otro en una naturaleza salvaje y única. Un lugar cargado de una energía de paz, calma y quietud desde tiempos antiguos sirvieron de llamada a muchas personas con un fuerte deseo y necesidad de alejarse del mundanal ruido y acercarse a la comprensión de lo divino. Gracias a esa necesidad y fuerte deseo humano los monasterios fueron convirtiéndose en poderosos oasis espirituales donde sus visitantes reconfortaron su espíritu y hallaron la paz interior. Aquellos peñones altos e imposibles de alcanzar se fueron llenado de monasterios, ermitas, celdas monásticas y capillas. Un lugar donde se ha honrado a Bizancio y a la religión ortodoxa. Para introducirnos en la comprensión de los lugares que visitaremos aconsejamos leer algo más sobre la religión ortodoxa que además fue decisiva en la sublevación griega contra el imperio otomano en el 1.821.
Olvidándonos de lo espiritual, ya de por si el fenómeno natural y topográfico es de por si motivo para visita. Un millar de altísimas rocas de imposible ascenso, como si un bosque de piedra se tratara fueron esculpidas en el periodo terciario hace más de 60 millones de años, posiblemente por la erosión de las aguas saladas y su paso durante millones de años.
1. Gran Meteoro (de la Transfiguración) | 2. San Nicolás | 3. Varlaam (Todos los Santos) | 4. Roussanou | 5. Agia Triada (Santísima Trinidad) | 6. Agios Stefanos (San Esteban)
En primer lugar es bueno comprender un poco el lugar para visitarlo adecuadamente. Los Meteoros es un amplia zona que no se puede visitar a pie ya que las distancias no lo hacen posible. Es cierto que existen muchos senderos, pero será muy duro. Nos encontraremos dos poblaciones importantes para movernos o alojarnos. La más conocida y famosa es Kalambaka. Ya no es el aquel pequeño pueblo que antaño existía siendo ya de un importante tamaño mayormente dedicado a la agricultura y la ganadería de la región. Desde Kalambaka y de camino a los Meteoras obligatoriamente pasaremos por el pueblo de Kastraki que sigue siendo un pueblo absolutamente rural y con hoteles muy sencillos pero muy agradables. Es la entrada a la subida y la ruta para la visita a los Monasterios de Meteora.
Aquí otro error común en todo viajero. Para conocer a fondo al menos la mitad de los monasterios activos se requiere una jornada plena desde temprano al cierre que suele ser bastante pronto. Con suerte habremos visitado tres. Esto significa que si te interesan debes pasar al menos dos días completos y por tanto dos o tres noches para una visita adecuada y mínima.
Nuestros tours organizado colectivo de 4 días y 3 noches y el de 2 días y una noche que pasa por Meteora de hecho solo visita dos monasterios, generalmente el Gran Meteoro (o de la Transfiguración) y otro más. No es posible hacerlo mejor o más rápido. En nuestro tour en tren de día completo podemos llegar a visitar hasta tres completos, pero difícilmente habrá un cuarto. Esto en viajes organizados o colectivos.
Para aquellos que han alquilado un coche y van por libre con reservas de hotel en Meteora podrán disfrutar mejor y plenamente de la región siempre y cuando al menos hagan dos noches con tres días allí. Por cierto, sin coche de alquiler es complicado toda visita.
Como hemos mencionado anteriormente podemos hacerlo a través de un tour en español de varios días. Existe un tour de 2 días y una noche que visita Delfos y Meteora. Y otro que ocupa 4 días y 3 noches que tiene una etapa en Meteora. También desde Atenas tenemos un tour en tren de ida y vuelta en el mismo día donde te esperamos a la llegada de la estación de tren (sobre las 11:00am) y con guía en español y un lujoso minibús realizamos todas las visitas posibles a Monasterios y paradas fotográficas hasta las 17:00pm que se marcha el tren de regreso a Atenas.
Por último en coche de alquiler. Pero de Atenas a Kalambaka hay un total de 375 kilómetros de carretera y no todo es autovía por lo que la media suele ser unas 5 horas de viaje y otras tantas de regreso. Por tanto ir y volver es una proeza que algunos realizan pero es matador y agotador ya que realizarás 700 kilómetros en un solo día. Lo aconsejados por nosotros es mínimo cualquiera de estas dos opciones: Viaje en coche de alquiler de 3 días con una noche en Delfos y una segunda en Meteora, o bien las dos noches en Meteora. Siempre se puede añadir noche en Delfos que nos pilla de camino. También muchos continúan viaje con el coche perdiéndose en el Peloponeso (Olimpia, Esparta, Monemvassia, Micenas, Epidauro, etc...)
Grabados, tapices y otras imágenes recogen estos episodios de la historia de Meteora en el museo del Gran Meteoro, centro administrativo de los Monasterios habitados, a 613 metros de altura sobre el nivel del mar y a 415 metros de altura sobre el lecho del río Peneo. El monasterio también es llamado de la Metamorfosis, por estar consagrado, precisamente, a la Transfiguración de Jesús. No en vano, el Gran Meteoro está levantado en el punto más en comparación con el resto de edificios que se erigen en Meteora, en clara metáfora a la Transfiguración de Cristo, que tuvo lugar en lo alto de un monte. Una magnífica construcción constituye la iglesia central denominada Katholikón, considerado como un regio ejemplo del segundo o tercer periodo de la arquitectura bizantina. En su interior podemos admirar el fresco que representa el pasaje evangélico en el que Jesús sufre la Transfiguración, volviéndose sus vestidos blancos y resplandecientes ante los ojos de los apóstoles Santiago, Juan y Pedro, momento en el que también se manifiestan Moisés y Elías.
Al margen de la iglesia, el monasterio cuenta con recintos de gran interés, como el antiguo refectorio, donde los monjes se reunían para comer, la antigua cocina, el osario, dos museos, y las celdas de los monjes. Unas vistas impresionantes se nos ofrecen al asomarnos desde las terrazas del monasterio. Unas alturas sacras cuyos cielos son surcados frecuentemente por numerosas aves, como la grajilla, o la corneja cenicienta, córvido propio del este de Europa.
Descendiendo desde el Gran Meteoro, nos topamos con el monasterio de Varlaam o de Todos los Santos. Se eleva a una altura de 373 metros sobre el suelo. Fue reedificado sobre las ruinas de un monasterio anterior por los hermanos Nektarios y Teofanis, en el año 1518.
A continuación, el monasterio de Roussanou o de Santa Bárbara, que desafía con osadía al abismo con una construcción imposible, coronando la cúspide esbelta de una roca en el centro del territorio. Como el de Varlaam, Roussanou fue reedificado sobre las ruinas de un monasterio primigenio, en este caso por los hermanos monjes venerables Josafat y Máximo en el 1288 d. C.
Prosiguiendo nuestro recorrido nos acercamos al monasterio de Agia Triada o de la Santísima Trinidad. Existen diversas hipótesis acerca de la antigüedad de la construcción, sin embargo, la tradición sostiene que se necesitaron 70 años para acarrear los materiales de construcción hasta el tope del peñón e iniciar así las obras. Sea como fuere, lo formidable del enclave donde está levantado Agia Triada nos sobrecoge. Como si de un fenómeno celeste se tratara, parece querer arrancarse de la tierra para alcanzar, majestuoso, el cielo. Es el triunfo de la ilusión óptica que confunde lo real con lo irreal. Y por fin, el último de los Monasterios habitados es el de Agios Stefanos, o San Esteban. Un puente estable de 8 metros de longitud conduce de forma cómoda y segura a la puerta del monasterio. Sobre el portón de entrada del edificio una leyenda certifica que la construcción de esta vieja fortaleza se remonta al año 1192. En el interior del monasterio, habitado por religiosas desde 1961, hallamos dos iglesias. La primigenia capilla de San Esteban, consagrada al protomártir de la cristiandad, con frescos que datan del ano 1501, si bien algunos de ellos presentan daños como consecuencia del agravio cometido por algunos hombres durante la guerra civil que enfrentó a la sociedad griega entre los años 1944 y 1949.
Allá por el siglo X d.C. se empezaron a dar los primeros brotes de eremitismo, pues el enclave facilita las condiciones idóneas para la vida ascética. Los eremitas vivían en las cuevas de las rocas y en chozas al pie de los peñascos, acudiendo a una iglesia central donde se reunían los días festivos y domingos, iglesia llamada ‘Santa María de la Fuente de la Vida’ (‘Panayiá Zoodojos Piyí’), que aún hoy en día se mantiene en pie. Data del siglo XI y tiene unos hermosos frescos que decoran su interior. Esta forma de vida eremítica declinaría en el siglo XIV, cuando al lugar llega el prelado San Atanasio ‘Meteorito’, quien le dio nombre al lugar fundando la primera orden monástica que se asentaría en Meteora.
En su época dorada el territorio llegó a contar con veinticuatro centros donde se desarrollaba la actividad monástica, si bien hoy solo continúan habitados seis de ellos: el monasterio de la Metamorfosis o Gran Meteoro, el de San Nikolas Anapafsas, el de Roussanou, el de la Santa Trinidad, el de San Esteban y el de Varlaam. Pero no todo fueron tiempos de benevolencia. Tras la llegada de los turcos a Tesalia, en el ano 1390, se sucedieron una serie de hechos bélicos que sacudieron la vida normal de los Monasterios. Durante los dos primeros siglos de ocupación otomana, los Monasterios contribuyeron a la convivencia pacífica pagando los impuestos que habían establecido los invasores.
Pero en el año 1609 tuvo lugar una revuelta en la cercana ciudad de Lárisa encabezada por San Dioniso el Filósofo, a quien los turcos llamaban ‘perrósofo’. Al ser San Dioniso un hombre de la iglesia, los turcos atacaron Monasterios y edificios eclesiásticos, muchos de los cuales eran de gran importancia. De entre estos Monasterios, el denominado ‘Gran Meteoro’, centro neurálgico de Meteora, fue atacado en dos ocasiones, en 1609 y en 1616. En ambas pasaron a cuchillo a numerosos monjes y la segunda vez quemaron la sacristía de la iglesia destruyendo las celdas de los monjes.
Pero la rebelión más importante fue la acontecida a principios del siglo XIX, encabezada por el padre Efthimios Vlajavas, un rebelde local, quien tuvo como base de operaciones el monasterio de San Demetrio en Meteora, hoy en ruinas. El padre Vlajavas fue traicionado y secuestrado por Alí Pashá, sultán de Ioánina, y el monasterio de San Demetrio fue bombardeado hasta quedar reducido a cenizas, mientras que los monjes de los Monasterios de San Demetrio y del Gran Meteoro fueron encarcelados en la ciudad de Ioánina. El padre Vlajava, héroe y mártir nacional, pagaría por la osadía de enfrentarse al poder del sultán y sería cortado en cuatro pedazos para evitar rebeliones futuras. Pero no cejarían en su empeño estos monjes guerreros, que seguirían apoyando la causa griega en otros enfrentamientos, contra los búlgaros en las Guerras Macedonias a principios del siglo XX, o durante la ocupación italiana que tuvo lugar en la Segunda Guerra Mundial.