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A cualquier persona que se plantee por primera vez la realización de un viaje a Grecia, dos sitios son los que en primer lugar se le vienen a la cabeza: El Partenón y el teatro de Epidauro.
Bien es verdad que ambos lugares están no sólo separados en el espacio (el Partenón, en Atenas y el teatro de Epidauro, en el Peloponeso), sino también en el tiempo (el teatro es más moderno que el Partenón). Sin embargo, ambos monumentos tienen, incluso a pesar de ellos, algo en común: son capaces de evocar los distintivos más característicos de la cultura griega, distintivos que, incluso la persona menos versada en la cultura clásica es capaz de atribuir a los antiguos griegos: la belleza y la armonía escultórica y arquitectónica en su más alto grado (el Partenón) y el teatro clásico griego, especialmente la tragedia (el teatro de Epidauro). El teatro de Epidauro no es un monumento aislado. Forma parte de un conjunto monumental, conocido como el Asclepeion de Epidauro, que era en la antigüedad un santuario que se utilizaba, además como centro terapéutico, quizás el centro terapéutico más importante del mundo occidental.
El Asclepeion de Epidauro se encuentra en la región de la Argólida, al norte del Peloponeso. Puede visitarse desde Atenas, en una excursión a Epidauro de un día completo, que además se ocupa de otros centros de la Argólida; o puede visitarse desde la que es sin duda una de las ciudades más bellas del Peloponeso: Nauplio. Desde aquí, la carretera con dirección a Epidauro nos lleva directamente al yacimiento. La historia del Asclepeion la englobaremos dentro de la historia de Epidauro, la antigua ciudad, que era ya referida por Homero dentro del famoso Catálogo de las naves del Canto II de la Ilíada. El santuario, como su propio nombre indica, estaba dedicado a Asclepio, el dios griego de la medicina. De la importancia del lugar dan fe su extensión y la gran cantidad de monumentos que lo componen, en los que, además, se ha realizado y se sigue realizando un extraordinario trabajo de reconstrucción.
El teatro de Epidauro se levantó en el siglo IV a.C. por Policleto el Joven quien lo diseñó para una capacidad de 6.200 espectadores. Este arquitecto fue quien también diseñó el tholos que se encuentra en las cercanías del templo de Asclepio.
La orquesta es circular, de unos 20 m de diámetro, y en ella se movilizaba el coro. En el proscenio actuaban los actores. Sobre su parte anterior apoyaban 18 columnas jónicas y las superficies interpuestas entre ellas estaban pintadas. Disponía de dos protuberancias a ambos lados que servían para el apoyo y sostenimiento de las escenografías laterales.
En los últimos años de la época helenística el teatro sufrió una remodelación. Se agrandó la cávea en vertical con la adición de nuevas gradas, aumentándose así su capacidad hasta 12.300 espectadores. Disponía ahora de 34 filas de asientos en la parte inferior y 20 en la superior. Entre las dos partes había un pasillo pavimentado. Además de esta división horizontal, la cávea estaba dividida verticalmente, mediante escaleras de acceso, en sectores: 22 en la parte superior y 12 en la parte inferior.
Por este teatro se han celebrado miles de obras de teatro griego clásico, especialmente tragedias.
Los espectadores ingresaban en las gradas inferiores desde el párodos y desde aquí a accedían a las gradas superiores. A las últimas filas se entraba directamente desde las áreas circundantes. La acústica del teatro es espléndida y permite a un espectador sentado en la grada más elevada oír el ruido que hace una moneda al caer en el centro de la orchestra. Hoy en día, se realizan en él representaciones en el marco de los festivales de verano de los cuales puede informarse haciendo click en el link.
El yacimiento arqueológico del Asclepeion de Epidauro, dentro del cual se encuentra el famoso teatro de Epidauro, es uno de los más visitados de Grecia. Contiene en su interior un pequeño museo que conviene visitar, en donde se encuentran importantísimos restos escultóricos y arquitectónicos encontrados durante las excavaciones realizadas en el lugar.
La entrada actual al yacimiento no coincide con la primitiva entrada al santuario, que estaba situada al norte, y en donde se construyeron unos majestuosos propileos, inicio de la vía sacra que llegaba hasta el templo de Asclepio. Esta vía estaba jalonada con estelas, inscripciones oficiales, mesas de ofrendas y estatuas.
Hoy en día, se accede al lugar por el suroeste, lo que permite visitar primeramente el teatro, que se encuentra a mano derecha, antes de introducirnos en el conjunto de construcciones que constituyen el santuario propiamente dicho.
El primer edificio que nos encontramos, caminando siempre hacia el centro del santuario, es el llamado Katagogeion, construido en el siglo III a.C. para dar alojamiento a los peregrinos. Era una edificación imponente que, al parecer, disponía de dos pisos y de unas 150 estancias.
Pasadas las ruinas de unos baños prerromanos torcemos a la derecha para llegar a un gran edificio cuadrado con salas hipóstilas y peristilo de estilo dórico. Fue construido a finales del siglo IV o principios del III a.C. y, aunque recibe el nombre de gimnasio, pudo haberse usado también en banquetes, pues en alguno de sus recintos se han encontrado soportes de piedra para los lechos que se utilizaban en los mismos.
Al oeste del gimnasio estaba el estadio. Empezamos a adentrarnos en el área más sagrada del recinto. A mano derecha, el primer templo con que nos encontramos es el de Artemisa, del que quedan solamente los cimientos. Se trataba de un templo próstilo hexástilo dórico, con canalones decorados con imágenes de perros y un jabalí, una muestra de los cuales puede verse en el museo.
Al oeste del templo siguen visibles los cimientos de un edificio precedido por un pórtico de ocho columnas, que pudiera haber sido el taller de Trasímedes de Paros, quien esculpió la estatua crisoelefantina de Asclepio.
El área sagrada y terapéutica está compuesta por cuatro edificaciones principales: El antiguo enguimitirion, situado detrás del templo de Artemisa; el tholos, que es el edificio de planta circular que está ubicado más a la izquierda; el templo de Asclepio, entre el tholos y el antiguo enguimitirion; y, como cierre y al norte de toda la zona, el nuevo enguimitirio. Salimos del nuevo enguimitirion y nos dirigimos hacia los propileos situados al norte por la vía sacra.
A la izquierda nos encontramos, primeramente con la biblioteca, donde leían los enfermos por las mañanas, y después el templo de Temis, de finales del siglo IV a.C. A la derecha está ubicado el recinto central del santuario y al fondo y fuera de él, el templo de los Dióscuros. Finalmente vemos el llamado pórtico de Cotis. Este edificio tiene pórticos dóricos en los laterales y un patio central flanqueado por un peristilo donde se situaban las tiendas en las que compraban los enfermos. Fue erigido en época helenística y restaurado por Cotis, rey de Tracia, a principios del siglo I d.C.
El conjunto de los propileos del santuario disponía de dos fachadas. Una miraba al exterior del santuario y la otra hacia el interior. Cada una de ellas disponía de seis columnas jónicas. A los propileos se accedía por una rampa. En el interior, delante de las paredes este y oeste, había una fila de 5 columnas, mientras que en los frentes norte y sur, detrás de las fachadas, había cuatro columnas “in antis.”