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Muchos eran los dioses y semidioses que componían el panteón de la mitología griega. Pero, sobre todos ellos, reinaban los doce dioses olímpicos. Deidades que habitaban la cumbre más alta de la Grecia Peninsular, el Monte Olimpo.
Zeus, padre de todos los dioses, reinaba en el cielo, tras derrotar a su padre, Cronos, quien había devorado a sus propios hijos. Junto Zeus, sus hermanos Poseidón y Hades, eran los señores del mar y del inframundo, respectivamente. Hera, hermana y cónyuge legítima de Zeus, reinaba junto a él en el Olimpo en una relación que continuamente se complicaba por las infidelidades del señor de los cielos. Hefesto trabajaba en las fraguas divinas. Su esposa, la hermosísima Afrodita, surgida de la espuma del mar, era la diosa del amor, el erotismo y la fecundidad. Ares era el dios de la guerra, si bien, ironías del destino, salió malparado en más una empresa bélica. Hermes, dios del ingenio y de la astucia, era también el mensajero del Olimpo. Se le relacionaba en numerosas ocasiones con viajeros, comerciantes, oradores, pastores y ladrones. En realidad, Hermes tenía más de ladrón que de pastor. Diónisos, el Baco de los romanos, además de ser el dios del vino y la exaltación, estaba también relacionado con la naturaleza y la fertilidad. En su nombre se celebraban numerosos festivales teatrales, con lo que Diónisos acabó consolidándose como el patrón del arte dramático y de la música. Artemis era la diosa virgen de la naturaleza salvaje y de la caza y era ampliamente venerada a lo largo y ancho de la Hélade. Su hermano gemelo, Apolo, fue uno de los dioses cuya adoración tuvo más trascendencia en la antigüedad. Se le identificaba habitualmente con la luz y la verdad, dios de lo premonitorio, de ahí que los dos oráculos más importantes de la Antigua Grecia, el de Delfos y el de la isla de Delos. Este último, por cierto, lugar de nacimiento de los dos dioses gemelos, estuvieran consagrados a Apolo. Finalmente, Atenea, quien nació de la cabeza de Zeus, era la diosa de la sabiduría, la estrategia militar y de la lógica. Fue elegida por los atenienses como su patrona al salir victoriosa del lance frente a Poseidón, por el cual, la deidad que hiciera el mejor regalo al pueblo de Atenas se convertiría en su protector. Poseidón les regaló el caballo, mientras que la diosa, también conocida como Palas Atenea, les obsequió con el olivo.
Otros dioses menores fueron Helios, el dios sol que recorría el cielo diurno con su carro de fuego, Selene, la luna, Eos, la aurora, Hécate, diosa preolímpica relacionada con el ciclo de la vida, el nacimiento, la muerte y la naturaleza, Deméter, diosa de la agricultura y la fecundidad, protectora del matrimonio y de las cosechas, etc...
Capítulo aparte merece Heracles (Hércules para los romanos), el semi dios que tuvo que realizar los Doce Trabajos para merecer su lugar en el Olimpo.